El asunto no consiste en solo ver a Keiko, y su organización política, como la posibilidad de que llegue al gobierno por desmemoria del pueblo. El problema radica en la gran alianza que finalmente conformará la derecha, ligada a las grandes corporaciones, en la segunda vuelta del 2011. Y el asunto no sólo se reduce a la continuidad de la política neoliberal sino a los obstáculos para su continuidad y el fin de un periodo oligárquico. Intentarán por todos los medios violentos o no, mafiosos y criminales para defender, aún a costa de la legalidad democrática que tanto dicen defender, para la continuidad de la dominación y opresión. Finalmente llegará la hora de su negación y, sin perder la máscara, como siempre, iniciarán un proceso de implantación del autoritarismo tipo fascista.
La culpa no es del ladrón sino de quienes lo consienten en su vecindario. Esto es, que conociendo sus andanzas y las de sus aliados persisten en que cada uno cuide su morada. La fortaleza del unidad será el principal impedimento para la reincidencia, no por desmemoria del pueblo, sino porque existe una opción sólida, amplia, generosa, tolerante, democrática, de gobierno transformador y soberano.
Pero hay quienes, desconociendo a porfía la experiencia reciente de la división y cogidos de una débil rama confían en desafiar las tormentas del oprobio, pretenden construir un Perú soberano, sin pobreza y con oportunidades para todos. Desterremos de manera definitiva el camino de la división que para el pueblo peruano es el camino de la desesperanza.
Quien confía únicamente en sus fuerzas débiles para derrotar a un enemigo tan poderoso, con una cadena mafiosa y criminal, con aliados tan poderosos en el mundo, simplemente no sólo peca de iluso sino que se convierte en cómplice de la derrota del pueblo.