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lunes, 12 de octubre de 2009

Inminente enfrentamiento

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[Inminente enfrentamiento]

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(1) Hombres, mujeres y niños decididos a pelear por su empresa hasta el final. (2) Los pedidos de tropas para someter a Andahuasi están documentados. (3) Blindados listos para intervenir. (4) ”La Curva del Diablo”, una escena que no debe repetirse.

“Una persona nos ha dicho que han puesto granadas en toda la fábrica y que esta noche vienen los helicópteros a volar todo”.

DETALLE

Con fecha 24 de setiembre el cuestionado juez Bolaños Cusimayta solicita, con una celeridad impresionante a la policía, 1000 efectivos hombres y 300 mujeres para brindar apoyo en el desalojo de los pobladores de Andahuasi, ante lo cual el director de Operaciones Especiales de la PNP le contesta pidiéndole que lo retrase una semana.

Todo parece encaminarse a un choque violento entre un fuerte contingente policial y pobladores de Andahuasi, en el norte de Lima. El general Muguruza, el del “Baguazo”, encabeza a los uniformados.

A pesar que el ministro del Interior, Octavio Salazar, dice que la policía tiene un déficit de 35 mil efectivos, el jefe de operaciones de la Policía Nacional ha dispuesto más de 1500 agentes para solucionar un conflicto societario, que se ha vuelto un conflicto social por la falta de prevención y que puede desmbocar en un nuevo “Baguazo”.

Ayer en la comandancia de Huaura había un movimiento completamente inusual, con más de 30 oficiales reunidos con el jefe de la dependencia, coronel Américo Villena, quien sin embargo negó que esté en preparación un mega operativo para ingresar a la empresa azucarera Andahuasi y tomarla violentamente para entregarla al grupo Wong.

Pero los hechos hacen pensar lo contrario. Han llegado a toda la provincia de Huaura más de 1500 efectivos y más de treinta vehículos, entre portatropas, antimotines y kaspires.

Según el coronel Villena, hay una resolución del juez que pide 1500 policías para la toma de Andahuasi, pero no sabe explicar por qué en este caso se actúa con tanta celeridad.

“La celeridad viene porque esta semana saldría la inscripción en Registros Públicos y la orden del levantamiento de la medida de inmovilización del fiscal sobre el azúcar”, nos afirma Germán Larrieu, abogado del grupo Bustamante. La primera decisión consolidaría el control de la empresa por los trabajadores y la segunda permitiría la comercialización de grandes cantidades de azúcar inmovilizadas por argucias judiciales, para estrangular económicamente a la empresa.

En las últimas dos semanas han llegado a Huacho las más altas autoridades policiales incluido el ministro Salazar. Además, nuestra fuente asegura haber sido testigo de una reunión entre el ministro Salazar y representantes del grupo Wong. Quien está a cargo de la operación es el cuestionado general Muguruza Delgado, el mismo general que dirigió el sangriento operativo de la “Curva del Diablo” en Bagua, el 5 de junio pasado.

Lo cierto es que por intereses de privados, los generales, sabe Dios guiados por qué, exponen a sus subalternos al peligro y al enfrentamiento directo con la población, comentó con amargura un curtido policía.

“Sólo saldremos muertos”
Andahuasi fue la última cooperativa que soportó el embate de las privatizaciones en el Perú, ante los cuales los pobladores de Andahuasi quieren seguir siendo propietarios de la empresa, para la cual trabaja casi el 80% de la población, directa o indirectamente.

La gente en el pueblo de Andahuasi vive en permanente zozobra y no sólo por el hurto de acciones del que afirman han sido objeto por parte del ex presidente del directorio de la última cooperativa que existe en el país, sino también por el empresarial grupo Wong.

Si bien LA PRIMERA ha recogido ya las denuncias de abusos e irregularidades que han ocurrido en el Poder Judicial y en el Ministerio Público contra este grupo de trabajadores que se defiende del intento de despojo de sus acciones de propiedad de la Empresa Agroindustrial Azucarera Andahuasi, la historia, infelizmente, no ha dado un vuelco sino más bien se ha inclinado aun más a favor de los usurpadores del grupo Wong y compañía.

Para llegar a Andahuasi se tiene que cruzar un puente sobre el río Huaura, que permanece con fuerte resguardo a cargo de efectivos provistos de armas largas y bombas lacrimógenas. En ambos flancos del puente permanecen tres tanquetas de la división de fuerzas especiales de la Policía Nacional. Desde ahí también se pueden divisar las trincheras hechas por los pobladores, en las que permanecen grupos rotativos de 25 personas dispuestos a todo. A menos de un kilómetro de ahí están los accesos al pueblo, totalmente bloqueados con tráilers de la empresa Andahuasi y con cientos de pobladores apostados estratégicamente en todo el frente. Ni siquiera los colectivos pueden entrar, los periodistas locales tampoco. “La gente del pueblo no los quiere porque están informando mal a la población, se han vendido a los Wong”, afirma indignado y con lágrimas en los ojos Timoteo, un viejo poblador. “Nosotros ya no creemos ni en la prensa, ni en la justicia, ni en los políticos”, prosigue con la frustración propia de un hombre que ha trabajado más de cuarenta años en la empresa. “De aquí sólo salgo muerto”, finaliza.

De pronto nos encontramos cercados por personas que nos invitan a pasar a las instalaciones para ver cómo están viviendo mientras otras gritan que nos vayamos, que la prensa nunca dice la verdad. Intentamos calmar la situación informando que somos invitados del sindicato y con desconfianza nos hacen pasar hasta las instalaciones de la fábrica, desde donde se aprecia desde lejos las miles de bolsas de azúcar que se encuentran inmovilizadas por un fiscal de la zona. Tienen almacenadas más de 150 mil bolsas, de las cuales el 20% se encuentra en proceso de descomposición y es inminente el riesgo de perder todas las bolsas por la temporada de lluvias que ya empieza. De pronto aparece un grupo de mujeres que nos comienzan a contar las desgracias y los temores que están sintiendo al escuchar todos los días que esta noche entra la policía. “Una persona nos ha dicho que han puesto granadas en toda la fábrica y que esta noche vienen los helicópteros a volar todo”, grita aterrada una madre de familia con su hijo pequeño en brazos. Y clama por ayuda: “la policía nos quiere quitar nuestro patrimonio, haga algo”.

Ningún trabajador cobra hace más de cuatro meses en Andahuasi, la situación económica es caótica, hacen una olla común -el menú de ayer fue arroz con pollo- y vigilia permanente todas las noches desde hace 120 días. Los niños no van a la escuela, pero los más de cuatro mil pobladores están decididos a luchar contra lo que consideran el despojo de su patrimonio. Han intentado ser escuchados por todos los medios de comunicación, pero “varios canales han venido y al final nada sale en las noticias, el grupo Wong controla todo”, afirma indignada Marta Herrera, madre de tres niños menores que ya no tienen que comer.

Los problemas empezaron el 30 de abril cuando una junta de accionistas, que se hizo a espaldas de ellos, vendió sin consentimiento pleno del directorio 50 millones de acciones al grupo Wong, en una venta que ha sido cuestionada por los trabajadores por ser ilegal. La operación se encuentra actualmente en manos de Conasev, que tendrá que decidir si la venta fue legal o no. Desde esa fecha se han producido varios enfrentamientos que han costado la vida de un trabajador, mientras otro se encuentra en cuidados intensivos del hospital Rebagliati. De ambos lados se reciben denuncias sobre la contratación de delincuentes llevados desde Lima.

Según información oficial de la policía, ha habido más de treinta detenidos que han sido puestos a disposición de la Fiscalía de Huaura. Como siempre ocurre en el Perú, ninguno está preso. Sin embargo, más de 50 pobladores de Andahuasi se encuentran con orden de captura por ocasionar disturbios y afectar la tranquilidad.“Núñez y Wong han hecho volantes con mensajes senderistas para atribuírnoslos a nosotros, podemos terminar presos por el delito de apología al terrorismo”, denuncia Mery Espinoza. No hay que olvidar que una de las zonas consideradas rojas en la época del terrorismo en nuestro país fue toda la provincia de Huaura.

Después del arroz con pollo, continuamos hacia Sayán, el poblado más cercano con dependencia policial y al que, según teníamos entendido, estaban llegando todos los refuerzos policiales de Lima, junto a tanquetas y porta- tropas. Sayán, una ciudad conocida por su calma y eterno sol, no es en estos días precisamente eso. En la comisaría -que fue tomada hace siete años por delincuentes comunes- que se encuentra frente a la plaza de armas, hay mucho más movimiento de custodios de lo normal.

Según un vecino de la zona, ni en la época del terrorismo había visto tantos policías. “Desde hace dos semanas llegan miembros de la Dinoes”, nos cuenta temeroso. Pudimos contar más de cien efectivos en los alrededores de la comisaría, en un lugar que en situaciones normales tan sólo hay 12 agentes. Nos dicen que en Churín y en Oyón la policía se encuentra en estado de inamovilidad. De pronto aparece un auto rojo desde donde nos empiezan a filmar en típico intento de amedrentamiento. “En ese auto está siempre la gente de Wong, intervienen vehículos y no les pasa nada”, nos cuenta el chofer del taxi que nos movilizó desde Huacho.

Logramos conversar con un policía que nos cuenta que una vez más están siendo enviados al peligro por órdenes superiores. “Esto es peor que Bagua, en los cañaverales es muy difícil entrar, si queremos tomar el pueblo tiene que haber una labor de inteligencia previa, pero qué tenemos que ver nosotros con líos de socios”, nos dice completamente mortificado y pidiéndole a nuestro fotógrafo que no lo enfoque. “Por favor”, dice antes de irse “investiguen la calidad de los uniformes que nos han dado, cuánto se habrán robado ahí”.

La historia se empezaba a poner interesante cuando nos cuentan que los Kaspires -vehículos de las fuerzas especiales- y los Robocops están llegando y que ya tenían más de 1,500 efectivos listos para entrar esta noche (anoche). Esperamos que al publicar hoy, lunes, esta nota no haya ninguna desgracia que lamentar y que pronto se acaben las ollas comunes no sólo en Andahuasi sino en todo el Perú.

Un general en su laberinto
El cuestionado general Muguruza era un oficial con una foja de servicio impecable hasta el año 2002, en el que siendo coronel destacado en la ciudad de Chimbote a cargo de la 22 comandancia de asalto fue impactado por una piedra lanzada con una honda por manifestantes que pretendían bloquear la carretera de la Panamericana Norte. En ese incidente perdió un ojo y, según dicen, en predios policiales perdió también el control de su vida. Afirman que hay un informe reservado de asuntos internos que lo descalifica psicológicamente para seguir siendo oficial del cuerpo. Además, no hay que olvidar las denuncias de pobladores y periodistas de Bagua, que afirman que aquella vez del fatídico operativo, el general Muguruza estaba bajo los efectos del alcohol.

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